Lo importante es que suene y los vecinos sepan: ¡Ahí viene un ganador!¿No tienes un celular? Eres un patético perdedor. Un especie de anacoreta, un Tarzán de la selva, sin chitas, Juanas, ni cabeza de un guanajo en medio de la próspera tecnología revolucionaria cubana. Para la gran mayoría de la sociedad no vales nada. De nada sirves.
Y por ahí se deshuesa el hombre nuevo cubano (y el viejo también), por el supuesto caché y el nivel estético que da un teléfono celular al portador, ya sea un recogedor de basura, un ingeniero agrónomo, una jinetera estelar o un bebé que berrea entre timbres y discusiones sobre cuánto me queda, habla poco, sólo empléalo como despertador, y otras zarandajas.
En temporada de cazas organizadas por ETECSA (la empresa telefónica cubana), es decir, cuando anuncia duplicar el saldo a quién pone veinte CUC –alrededor del salario promedio de un mes para un trabajador-, los cubanos saltan como fieras y cuchichean por aquí, se agrupan por acá, se dirigen al más allá y hacen cualquier cosa por recargar su “estatus”.
No importa que se pase meses sin comer o un año sin cambiar de vestuario. Mucho menos que no tenga más nadie a quien llamar que a un tío asmático en Bolondrón, a punto de irse para “El Yuma”. La cuestión es lucir el celular en la cintura, la cartera, o en cualquier parte. Lo importante es que suene y los vecinos sepan que no es alarde. ¡Ahí vive un ganador!
“Mi niña no puede ser menos que nadie. Y esta ganga de cargar con 30 CUC de gratis a quien ponga una línea, no la debe desaprovechar quien se respete o quiera a sus hijos”, dijo una señora en una cola infinita bajo el sol en la calle Obispo, en el Tele Punto de la generosa ETECSA. Entre sudoraciones y golpes de pecho aseguró: “Para eso me sacrifico”.
Pero hay que ver quién es el sacrificado en esta historia donde madrazas o padrazos violentan su miseria congénita de país socialista quebrado, por tal de mantener una apariencia que no es tal, y mucho menos resuelve. Casi siempre, la víctima del sacrificio es un familiar en el exterior que se desloma trabajando por ayudar al pariente de acá.
También suele suceder que las perretas de la joven o el joven en sus encandilados sueños de aparentar ser del primer mundo (siendo algo menos que del tercero) por poseer un artefacto útil si se le da el uso correcto, como es un celular, las paguen los más humildes obreros esquilmados por sus dadivosos progenitores en una oficina, una consulta o un mostrador
Según una vecina aún no absorbida por la fiebre del celular, las muñecas de 50 CUC, ni las fiestas de “los medio quince” organizadas por los nuevos ¿ricos? (cuando la niña cumple siete años y medio), “la mayoría semejan papanatas hablando solos, o futbolistas en busca de la meta cuando reciben una llamada y corren hacia el teléfono público más cercano.
Es increíble que con tanta miseria y cosas que comprar, desde comida, calzado hasta cemento para adecentar apartamento y edificios con aspectos de barracones del siglo XXI, y con peligro de quedar aplastados junto al celular, las gangarrias y pacotillas de la aristocracia del picadillo y el jurel, tantos se desvivan por aparentar lo que no son.
ETECSA acaba de anunciar para esta semana otra “gratuidad”, después que te cobra hasta la respiración, te chantajea con la suspensión de la línea si cada dos meses no pones dinero en una cuenta ya pagada, les poncha los teléfonos a la población, y le quita el servicio a los opositores cuando es anunciada la visita del Papa o se convoca una marcha o una reunión.
Quien quiera ver que vea. Correrán multitudes hacia los Tele Puntos de toda la nación. No con banderolas que reclamen una sola moneda, ni para demandar aumento de salario y mejora social en el país. Correrán para cargar en CUC su estatus de triunfador: El celular.
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