Parece ser que como parte de esa política de nostalgia muy propia de las vedettes desmanteladas -siempre aferradas a sus dias de gloria- , el gobierno de Cuba, ignorando la realidad política mundial, que está dando muestras de cómo los pueblos están definitivamente cansados de ser gobernados por tiranías, acaba de decretar Duelo Oficial por la muerte de Kim jong – il, el amo y señor de Corea del Norte, una de las más despiadadas y brutales dictaduras comunistas de las que aún sobreviven en la sufrida humanidad de este mundo cada vez menos nuestro.
El socialismo bien podría ahorrarse su filosofía perversa y fracasada, porque a Fidel Castro le sobra maldad y desprecio por los seres humanos para seguir ofendiendo la sensibilidad, el sentido común y la decencia de todos los que amamos la paz y la justicia.
Una vez más la bandera cubana tendrá que soportar la humillación de ondear contra sí misma; esa es la razón por la que los símbolos patrios y otras representaciones, otrora prestigiosas, cada vez se respetan menos.
Este manera, obsesiva y absolutamente desvergonzada de los castros, de honrar a toda la carroña miserable que ha deshonrado la especie humana con sus crímenes, es una pálida muestra de la naturaleza perversa y retorcida de esta bestia que engendró la amnistía.
Antes fueron –por sólo mencionar algunos de los más célebres-, Saddam Hussein, Osama Bin Laden, Muammar al Gaddafi y más recientemente Kim Jong – il .
No parece que la evidencia deje mucho lugar para la duda; cada vez que muere un genocida; un celebérrimo narcotraficante; un despiadado tirano totalitario o cualquier celebridad inescrupulosa del crimen, los castros se sienten cada vez más solos, y parece que todo lo les queda del viejo manual de improvisaciones para periodos de crisis son los homenajes suicidas.
(*) Por Ernesto Aquino.
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