viernes, 14 de octubre de 2011

Laura Pollán, la Dama que mató Raúl Castro

No nos engañemos, la mató Raúl Castro. Y no se trata de una acusación oportunista para aunar todavía más “efectivos” en torno al desmerengamiento del castrismo. Se trata de que el acoso y la violencia sistemática de las turbas dirigidas por la Seguridad del Estado contra una mujer mayor, enferma, con diabetes, evidentemente podía complicarle la salud, como finalmente ocurrió. Eso sin hablar del misterioso virus respiratorio que se le diagnosticó y que ataca sólo a niños y a ancianos afectados previamente, caso en el que no clasificaba Laura Pollán. 



Pero ya esa es otra historia, para cuya narrativa oficial habría que aportar pruebas o testimonios concluyentes.

Conocí a Laura Pollán en 1998, siendo periodista independiente en Cuba. Trabajaba yo en el mismo grupo que su valiente esposo, el ex preso político Héctor Maseda, al que además me unía, me une, una visión común (ambos éramos, somos, liberales, en el sentido con que el término se aplica en el entorno hispanohablante). Como por lo general enviábamos nuestros textos al exterior desde mi casa, vía telefónica, y por tanto nos veíamos allí, yo no visitaba asiduamente la vivienda de Maseda en la calle Neptuno, donde vivían él y Laura. Sin embargo, las pocas veces que hablé con ella, o interactuamos –entonces nadie podía imaginar que luego sería la líder de una agrupación histórica, denominada Damas de Blanco--, bastaron para que me formara una idea precisa de su personalidad: Activa, creativa, pujante, audaz, Laura Pollán aún no era una opositora, sino la esposa de un opositor. Pero reunía todas las características para serlo en cualquier momento.

Una mujer excepcional que, nadie lo dude, figurará con destaque en los libros de historia de la Cuba del futuro. Esa fue, es, Laura Pollán. La lista de los asesinados es ya demasiado larga como para que los verdugos se paseen impunemente, el día después, por las calles de la Isla en libertad.

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